sábado, 13 de diciembre de 2008

Semana Maldita

Me tenía que caer a mí esto justo una semana antes de vacaciones.

Estoy enferma. Nunca lo he estado tanto y aún así tampoco es cuestión de vida o muerte. Pero ver un plato de macarrones de los que me ha hecho mi madre toda la vida y no poder comerlo y mantenerme a base de aquarius se acerca bastante al concepto de Suplicio.
Con hambre pero con la tripa hinchada por dentro, por fuera fina, por dentro revuelta y dando por saco.

Hasta que no caes malo no te das ni cuenta de lo bien que te encuentras cuando gozas de plena salud. No tienes ni puñetera idea de lo agradecido que deberías estar antes de meterte en uno de estos pequeños infiernos.

Miles de gases, cansancio, mucha cama. Y todo el deseo de estar bien, de comer, de salir, de estar con mi novio todo el día yendo de aquí para allá como todos los fines de semana, de levantarme sabiendo que no voy a potar. Porque esta mañana, a falta de comida, he vomitado agua. ¡Agua!
La veía caer de mi boca (sí, es bastante asqueroso leer esto pero por algo es mi blog personal) mientras me desesperaba cada vez más. Llevo muy pocos días de antibióticos, sé que me pondré bien, pero ahora estoy jodida y no puedo evitar mirarme con asco. A mí y al aquarius.

Y no me extrañaría que el aquarius me mirara con el mismo asco. Sólo veo asco.

Espero que os pongáis enfermos lo menos posible porque en estas fechas se está poniendo todo Dios malo y no sería difícil contagiaros. Y es una mierda.

martes, 9 de diciembre de 2008

Flying Away

Hola, soy Álex, novio de María. Hoy me ha concedido el capricho de poder escribir en su blog. No me considero un excelente escritor, posiblemente por ser un pésimo lector. Que no es que no sepa leer, es que lo hago en poca medida.

Disculpen todos aquellos que devoran libros a velocidades vertiginosas pero en mi sino está cultivar otras artes. No sé por qué hablo de sino cuando no soy en absoluto determinista. El azar y el libre albedrío me parecen tan hermosos que la imposición a niveles “newtonianos” de una cadena causa-efecto que lo domine todo me resulta un tanto pesado.

Por otra parte, en mis estudios de Ingeniería Química, se me enseña a dejar el menor número de circunstancias posibles al azar. Como aprendiz de científico, no me queda otra que aceptar al pie de la letra las leyes que rigen el universo y comprender que todo pasa por algo.

Ese todo y ese algo son tan relativos como relativas son las vidas de cada una de las seis mil millones de personas que pueblan el planeta donde vivimos.

Caso particular. María y yo nos conocimos a finales de 2005. Una noche en la calle con unos amigos, nada interesante y dos años sin volver a hablarnos. Bien, verano de 2007, ambos nos volvemos a encontrar en una fiesta en la playa y entre nosotros se enciende una misteriosa chispa que hace que comencemos una relación tres semanas antes de que ella viaje a Madrid para empezar sus estudios y un mes antes de que yo me instale en Sevilla para iniciar los míos. Que alguien me diga si eso es azar o destino, por favor.

Claro está, nuestras vidas cambiaron ipso facto. No hace falta explicar que vivir lejos de la persona a la que quieres no es fácil. Vale, el mundo no se acaba, tenemos internet, teléfono y un millón de adelantos tecnológicos que hacen que a cualquier persona desde fuera le parezca un paseo y, en cierta medida, debería serlo si no fuera porque el teléfono e internet no te permiten abrazar a tu novia cuando no se siente del todo bien, no permiten hacerte llegar un beso en la mejilla cuando un profesor pone la calificación de 6 a un trabajo que llevabas preparando durante tres meses sin apenas dormir y tampoco permiten transmitir unas simples cosquillas cuando te apetece juguetear un poco con la persona que verdaderamente te aguanta cada día.

Todo esto no significa que nos arrepintamos de estudiar donde estudiamos. Cada día me siento más orgulloso de que mi novia y yo estudiemos en dos de las mejores universidades de España, cada una en su especialidad. Sí, es difícil, repito. Deseamos vernos lo antes posible y nos gustaría muchísimo que la distancia entre nosotros no fuera de 500 kilómetros pero ninguno tenemos la culpa de que Madrid y Sevilla estén donde están.

María y yo vamos cada semana a Jerez, de donde somos, hecho elogiable por su parte ya que se mete auténticas palizas de tiempo para pasar un fin de semana juntos. Dos días. Un periodo de tiempo que para muchos pasa desapercibido y para nosotros se hace tan intenso. Es algo que la distancia ayuda a valorar bastante. Parece que, por mucho tiempo que pasemos juntos cada fin de semana, siempre nos faltan horas en el día.

A pesar de todo, tampoco se puede ser egoísta. Ambos sabemos que debemos pasar tiempo con nuestros familiares y respetamos sin ningún tipo de problema el hecho de tener momentos íntimos con ellos aunque, en demasiadas ocasiones, el tiempo no nos lo permita tanto como deseamos.

La familia, los que siempre han estado, están y estarán ahí por encima de todo. No se les puede descuidar. He de decir que hemos tenido suerte, tanto mis padres como los de María son personas amables, simpáticas y que nos ayudan muchísimo en todos los aspectos.

Bueno, espero que este pequeño relato ayude a todas las personas que se encuentren en una situación parecida y entretenga a aquellas que se paren a leerlo.

Un Saludo. Te Quiero, María.

Álex

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El niño con el pijama de rayas

Me lo he leído en dos o tres viajes. Final impresionante, vale la pena leerlo sólo por el impacto del último capítulo. Todo el que ha experimentado el vértigo de estas inocentes y profundas páginas me ha dicho que le ha gustado mucho el libro.
A mí no me ha gustado tanto, simplemente lo he ido leyendo, bien, entretenido, una serie de sucesos situados en una época de las más ruines de la historia pero contados a través de una voz infantil, vale, muy curioso... Hasta que llegué a las últimas diez páginas.
Página 207: me empiezo a preocupar. Intento saber lo que me sigue contando más rápido de lo que me permiten mis ojos y tengo que volver una y otra vez hasta tranquilizarme y evocar toda la situación mentalmente.
Página 210: se me encoge el corazón con una impotencia tremenda o, más clarito, me acojono.
Página 213: me quedo con la boca abierta y me pongo a mirar por la ventana del tren alucinando con el desenlace.
Termino las cuatro páginas restantes y sigo mirando al exterior, a la neblina, al campo, con la mente todavía puesta en lo trágico del asunto.

No, no os leáis estas páginas. Empezadlo y aguantad. Disfrutad... Aunque igual un montón de vosotros ya se imaginaba lo que pasaría antes de llegar. Pero yo no. Y tal y como pensé nada más cerrar el libro, que fue exactamente la frase "me quedao muerta", os lo transcribo, que me moría de ganas de contarlo.

La veintena humana

Joder, no. No puede ser. Pero sí.
Tengo una línea en la frente. Una de esas que tanto me han llamado la atención en muchas otras frentes ajenas. Ouch, una arruga. A finales de mis 19 años llevo una pequeña marca oculta por el reciente flequillo. No me lo puedo creer.
Y michelines. Falta de ejercicio. Me siento hinchada. Casi tengo ganas de ponerme a correr para rebajar el feto que ni llevo dentro pero hace un frío que lo flipas y aquí se está muy calentita. Sedentarismo. El peligro de la proximidad a los 20 años.
La conciencia de que ya no se es un chaval. Las manos agrietadas, las ojeras, las responsabilidades, las preocupaciones. Los labios despellejados, la preferencia por quedarse en casa antes que salir, la melancolía, la monotonía.

Y al fondo de todo esto una pequeña luz que todavía brilla después de haber estado danzando durante la inocencia, la primera madurez, los primeros ligues, la decisión de un futuro inmediato que condicionaría mi vida durante unos años... a menos que tomara otro camino deliberadamente, claro (sí, la carrera).

Estamos a miércoles. El día ha sido lentísimo. Hoy he tenido una amplia variedad de sensaciones bastante extremas:
Me he sentido profundamente enamorada en un par de momentos, minutos en los que no le he echado de menos ni he deseado estar con él, sino minutos en los que me debatía entre la felicidad y una paz interior impresionantes, minutos en los que me embargaba la perspectiva de compartir mi vida con una persona maravillosa.
Me ha entrado un bajón acojonante después de cenar esperando al ascensor. No sé por qué, pero me ha entrado un vacío en el pecho y una sensación de aburrimiento depresivo que me ha pillado totalmente de improviso sin venir a cuento.
Me he sentido bastante perdida en una clase haciendo una práctica y me he quedado pensando que podía haberlo hecho mejor, aunque tampoco me disgustaba mi trabajo, pero me he quedado insatisfecha.
Me he impacientado muchísimo en los 10 o 15 minutos de descanso que he tenido en todo el día porque se me estaban pasando lentísimos y porque después de ellos me quedaban todavía tres horas de clase.
Me he ilusionado esta mañana con irme a hacer unas cuantas fotos por ahí con una cámara que no he tocado en mi vida, con su velocidad de obturación y su objetivo enorme. El problema es que esa me la había dejado un compañero y tenía que devolverla hoy, y al pedirla de nuevo me han dicho que las cámaras estaban reservadas hasta la semana que viene. Menuda basura.
Etc.

Total, esta entrada no tiene ninguna idea principal, supongo que me apetecía soltar lo que se me pasaba por la mente y, de paso, actualizar, que hace varios días que no escribo con la fiebre de subir votos para el concurso de Atrápalo.

Buenas noches.

martes, 18 de noviembre de 2008

Mi 2008





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2008 ha representado para mí un año de tanto altibajos como alegrías brutales más intensas que nunca. Ha transcurrido una pequeña parte de mi carrera profesional y, por suerte, me ha gustado. He compartido mi vida con la persona que más feliz me ha hecho jamás, y espero que siga siendo así. Un año de experiencias al máximo con una mezcla de más y menos tontas dificultades junto con una felicidad absoluta.

Un invierno complicado pero hermoso, una primavera bonita y expectante, un verano muy activo y determinante, un otoño de tránsito en el que ahora me encuentro en la cuerda floja porque no sé lo que pasará, no sé cómo será el 2009, ni siquiera el día de mañana.

Fin de año de ensueño, mejor cumpleaños, fines de semana preciosos, Semana Santa muy aprovechada, gran feria del caballo entre abril y mayo, días y noches en las playas de Cádiz, semanas ajetreadas y repletas ya de trabajos... Un pasado y un futuro próximo que se funden en un presente más agitado que nunca en esta joven etapa de mi vida.

Una época de madurez, de superación, de comprensión. Un periodo que definirá en gran medida mi personalidad a partir de todas estas maravillosas y duras vivencias, golpes que te da el mundo y satisfacciones que te presta.

Una pareja a la que amar y respetar, una familia con la que no perder el contacto, unos amigos que mantener, entender, aceptar y conocer, unos estudios que disfrutar y de los que aprender a vivir, un estado emocional que pugna por estar equilibrado aunque muchas veces se desmadre ante las circunstancias, unos momentos que si no se goza de ellos a su debido tiempo luego se pierden...

Una época de aprendizaje, de cometer miles de fallos y de tratar enmendarlos, de pequeños triunfos que lo son todo, de pocas responsabilidades todavía pero que van creciendo, de imposición de uno mismo como ser humano con virtudes y valores propios.

En resumidas cuentas: un año impresionante, lo mires por donde lo mires.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Los soldados en casita

(Columna para Géneros de opinión sobre el papel de las tropas españolas en Afaganistán y su valoración)

Si hay que buscar alguna resolución acertada en la labor gubernativa, ya la tenemos: no enviar más tropas españolas a Afganistán. Ya iba siendo hora de que nuestro país intentara ayudar a resolver el conflicto de forma más pacífica que contribuyendo con cientos de soldados por una causa perdida, por un problema entre un Oriente Medio en el que ni los propios individuos se ponen de acuerdo entre ellos y una superpotencia que, con tal de extender su dominio aunque sea en la otra punta del mundo, derramaría mares de sangre.

Gobierno y PSOE han manifestado el inteligente rechazo hacia aumentar las tropas. No lo ha dicho nuestro mismísimo presidente Zapatero, que estará muy ocupado con las movidas del G20 pero bueno, lo ha comunicado el vicesecretario general del PSOE, José Blanco. No es para menos teniendo en cuenta que no hace ni una semana que murieron dos soldados españoles y cuatro resultaron heridos a causa de un atentado suicida el pasado domingo. Este fanatismo sí que traerá el apocalipsis, agárrense.

No obstante, Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, se ha encargado de declarar lo orgullosos que deberíamos sentirnos los españoles por la labor llevada a cabo en Afganistán y “no tener ningún complejo”. Particular gracia me han hecho estas cuatro últimas palabras. Cómo se nota que no ha perdido a nadie en la guerra, señor mío. Espero que no tanta gente se sienta satisfecha de esta inepta e improductiva contienda.

Para más inri, el PP, sin venir a cuento, asegura la protección de los soldados que lleven a cabo actividades fuera de España (a saber cómo un grupillo de políticos puede garantizar esto) y reclama unidad de pensamiento en el gobierno sobre este tema. Alguien tendrá que recordarles que ya se ha tomado una sabia decisión.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Un gramito más de coca, por favor

(Columna hecha para Géneros de Opinión a partir de la noticia "La cocaína resiste las campañas contra las drogas")


Bernat Soria y Alfredo Pérez Rubalcaba, ministros de Sanidad y de Interior respectivamente, se dan por satisfechos con el descenso general en el consumo de drogas según la Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y Drogas en España.
Sin embargo, la cocaína se mantiene en su línea a través de los años. Para paliar este fracaso, estos señores recuerdan muy sabiamente que en el caso de las dos drogas más consumidas, alcohol y tabaco, el consumo ha descendido notablemente.
Hablando en plata y teniendo en cuenta que estas dos sustancias son legales, tales datos no resultan especialmente relevantes ni tan siquiera optimistas ante la perspectiva de no haber avanzado en la adicción cocainómana, una de las más peligrosas y que mayor dependencia provoca.
Habrá que confiar en que no solo la dificultad para conseguir las drogas sea la que haga decrecer su consumo, pues se podría pensar que la política gubernativa está llevando a cabo unas acciones tristes y erróneas en la cuestión social.
Se dice que ha aumentado la conciencia sobre la amenaza de las drogas. Tal afirmación debe de basarse en los típicos programas de siempre porque si no, no me explico cómo justifican los señores ministros ese incremento del rechazo hacia ellas. Hablo de esas conferencias en los colegios e institutos en las que un par de sujetos que saben del tema les explican excelentemente y con muchos dibujitos tales efectos, consecuencias y demás parafernalia a los alumnos, mientras estos divagan en torno a sus planes para el fin de semana, que probablemente incluyan algún que otro porrillo con los amigos como mínimo.
A ver, el alcohol está ya muy visto y los ciudadanos quieren soluciones, no reiteradas explicaciones de la situación. ¿Que están bajando los alcohólicos? Estupendo, pero esa inmensidad de jóvenes y no tan jóvenes que se emborrachan hasta vomitar cada siete días sigue ahí, esa cantidad desmesurada de consumidores de cannabis permanece inquebrantable y ese tráfico de drogas potentes dentro y fuera de macrodiscotecas, parques y demás escenarios propicios continúan dándose con toda libertad.
Se pide vigilancia, policía, seguridad, proyectos eficaces de concienciación social. Lo dicho, no más datos, porcentajes y estadísticas, mis queridos ministros. Más soluciones.

martes, 11 de noviembre de 2008

Mil soles espléndidos

Una obra impresionante repleta de sensaciones y de datos históricos verídicos y propios de la actualidad oriental, una mezcla de realidad y más realidad plasmada en forma de novela con el dolor y el amor como bases fundamentales. En estos dos factores se asienta toda la trama: el amor, como guía de los personajes principales; y el dolor, como característica que se manifiesta a lo largo de todo el libro con tanta fuerza que envuelve al lector, lo traslada a ese sufrimiento y lo conmueve profundamente.

Para aclarar de qué va la trama, solo diré que se centra en un par de mujeres de distinta edad que han de enfrentarse a una sociedad plagada de injusticias y ausente de derechos, localizada en medio del conflicto afgano-soviético, en el que se enfrentan tanto los dos países aludidos (Afganistán y la URSS) como diferentes grupos sociales dentro de Afganistán (pastunes, tayicos, uzbekos...).

Si la situación del país es deplorable, caracterizada por bombas que afectan a todas y cada una de las familias y por la expansión talibán, la cual ejerce el control total de los movimientos de la población afgana y arremete contra todo el que incumpla una serie de normas (tales como "se prohíbe cantar, bailar, los juegos de naipes, el ajedrez, escribir libros, ver películas y pintar cuadros", sin faltar un apartado especial para las mujeres: "permaneceréis en vuestras casas, no mostraréis el rostro bajo ninguna circunstancia, no miraréis a los hombres a los ojos, no reiréis en público", etc.); el trato al género femenino ya resulta brutal.

Desde la mayor humillación posible a través de los insultos sostenida por la conciencia masculina de poder sobre las mujeres, hasta golpes, patadas, bestiales agresiones contra la integridad física que se consideran allí tan comunes y normales como aquí es salir a dar un paseo. Alucinante, denigrante. Hace falta ser mínimamente sensible para experimentar a fondo las emociones de esta historia.

La recomiendo encarecidamente. Nadie debería perderse este triste e intenso testimonio que nos recuerda que no somos los únicos en el mundo y que nuestras circunstancias siempre son mucho mejores que la inmensa mayoría de las personas que habitan en la tierra.

martes, 4 de noviembre de 2008

ANÁLISIS DE “EL DISEÑO COMO ENFERMEDAD DE LOS OBJETOS”


Este segundo artículo fue escrito por Zimmermann el 21 de abril de este mismo año,2008. Aborda el mismo tema que De lo adecuado y bello (relación utilidad-belleza) con la diferencia de que pone de manifiesto el excesivo afán de innovación en el diseño, que acaba destruyendo su esencia.
En los ochenta empezó esta tendencia excesivamente decorativa y sus florituras van incrementándose. Como explica nuestro diseñador gráfico, la fabricación de bienes forma parte del ser humano. Esa capacidad de analizar, pensar y producir viene dada por el raciocinio, que nos diferencia de los animales.
¿Para qué crear nuevos objetos? Para cubrir nuevos objetivos externos a ellos. Estos objetos se denominan seres-para, mientras que un bien que no conlleva ninguna utilidad se llama ser-en-sí (por ejemplo, las esculturas).
Las manos son el vehículo de la producción, las que modelan y comprueban las piezas.


¿POR QUÉ SON TAN IMPORTANTES LOS OBJETOS?
Porque ofrecen características de la época en la que fueron fabricados, de la cultura y de las habilidades de la sociedad en la que se emplearon, y nos hacen preguntarnos la razón de que sean de una forma y no de otra. Surge el pictograma conceptual, que es la esencia de cada objeto y que se puede expresar por medio de una única palabra.
Los que antes fabricaban los productos soy hoy en día los diseñadores.


PROBLEMA ACTUAL
Los bienes producidos están perdiendo su seña o Gestalt. Los objetos están enfermos de diseño, cada vez más pasan de ser-para a ser-en-sí.
Esto se debe a la ruptura de los pictogramas conceptuales, que ya eran conocidos e identificados por el hombre y que mostraban la función del producto a través de unos códigos universales.
La conclusión, formulada al final del artículo, es directa y profunda:

Lo irónico reside en el hecho de que el diseño que, en principio, otorga su ser al objeto, lo desprovee precisamente del mismo al violentarlo e inyectarle una sobredosis de diseño.


Wenceslao Rambla reflexiona en su libro Estética y diseño sobre la expansión moderna de los aspectos estéticos, y también analiza el aspecto funcional de los objetos, además de a una serie de autores reconocidos.
Wenceslao expone que la crítica sobre el arte es la que realza la estética, ya que la pone en duda, la cuestiona y la enjuicia para hacerla más inteligible para los demás.
Se plantean varias posibilidades. En primer lugar, se pregunta si un diseño geométrico se crearía simplemente porque el aspecto del objeto lo requiere o porque sigue a una determinada corriente estilística. En segundo lugar, se habla de la ironía como característica de la década de los ochenta.


DIFERENCIACIÓN ARTE Y DISEÑO

A partir de aquí, establece que un objetivo común entre diseño y arte es, efectivamente, resultar atractivos, pero procede a explicar las diferencias:
Frente al arte, el individuo tiende a contemplarlo y, seguidamente a posteriori, elabora un análisis personal sobre la obra (si le gusta, qué le hace sentir, etc). La mente se sitúa primordialmente en el plano de las emociones.
No obstante, en el diseño, lo más importante y lo que ha de verse en primer lugar es su finalidad, su uso. El aspecto físico también es importante pero secundario, nunca debe estar por encima del objetivo de la obra.
A pesar de esta clara distinción, las obras de arte son dignas de analizarse. Por ejemplo, muchas pinturas famosas se crearon con determinados propósitos. Las ilustraciones religiosas pretendían mantener viva la relación entre creyentes y creencias.
No se debe descuidar la presentación del producto a pesar de tener como función el resolver problemas y satisfacer necesidades humanas, pues su apariencia se plantea desde que comienza a brillar una idea de él y su creación.


CONCLUSIÓN
La obra de diseño constituye una entidad en sí hecha para conseguir algo que debe llevar tanto utilidad como belleza, más de la primera que de la segunda, lógicamente, y se trata de un objeto que va a influir social y culturalmente tras pasar por un elaborado proceso industrial, en el que, a su vez, ha influido la publicidad, potenciada por el sistema capitalista.
Por tanto, el diseñador ha de tener una formación profesional excelente en cuestión de comunicación visual.