domingo, 22 de junio de 2008

Qué más da


Estas son las tres versiones del anuncio de Trina que he pillado por el Youtube.

- Estoy sola aquí porque empecé una conga y nadie me siguió.
- No estás sola, yo me tatué a Iván Campo.
- ¡Y yo!
- Yo subí a bailar a la barra de un bar, yo subííí...
- Yo me dejé bigote para salir de marcha.
- Yo salí voluntario a que me hipnotizaran.
- Es así, qué más da lo que digan los demás, es así, qué más da, lo que digan los demás.

- Estoy sola aquí porque me inventé un chiste y nadie se rió
- No estás sola, yo me compré un Gim Power
- ¡Y yo!
- ¡Y yo!
- Yo subí a bailar a la barra de un bar
- Es así, qué más da lo que digan los demás, es así, qué más da lo que digan los demás.

- Estoy sola aquí porque me invente un chiste y nadie se rio.
- No estás sola, me peiné a lo Colón.
- ¡Y yo!
- ¡Y yo!
- Yo subí a bailar a la barra de un bar, yo subííí...
- Yo voté a Finlandia en Eurovision.
- Yo me hice fotos sexis en un fotomatón.
- Es así, qué más da lo que digan los demás, es así, qué más da lo que digan los demás.

Me encanta la chica que baila encima de los acantilados.

Chorradas cinematográficas

Acabo de ver "Sexo en Nueva York". Un par de horas y media entretenidas, ya tenía ganas de ver alguna chorradilla, que no todo tiene que ser suspense/acción/mensajes profundos... Alguna que otra vez me sigue encantando cargarme una pastelada de estas.

Un homenaje haría yo a este tipo de filmes. A los 14 años no alquilaba otra cosa. A los 19, después de un tiempo repleto de una gran variedad cinematográfica vista (con una considerable falta de terror, que no es mi fuerte, aunque ahora Ale me está introduciendo poco a poco), las echo de menos. Sí, he echado en falta esos momentos de pavo, de encanto, de típicas y predecibles historias de amor y humor, de risas tontas y golpes bajos. ¿Que van cuatro mujeres por la calle llamando la atención con unos vestidos cantosísimos, abrigos de piel y tacones de medio metro y parloteando sin cesar? Pues que no me falten imágenes así de vez en cuando.

"Hágase la luz"

Y se hizo la luz.

Acabo de borrar lo que estaba escribiendo pensando y seleccionando el vocabulario. No quiero formalismo ninguno. En este momento solo quiero decir que estoy de puta madre. Después de una serie de complicaciones, la sensación de que todo vuelve a su cauce es totalmente orgásmica, y no voy a reducir su efecto en mí armándome de frases como "estoy genial" o "de maravilla" ni mariconadas por el estilo para, al menos, este primer párrafo. Estoy jodidamente bien.


Ayer fue una tarde preciosa de playa. Solo risas, cachondeo, lo típica y aunténticamente llamado "buen rollo". Llegamos a Valdelagrana, aparqué y procedimos a recorrer la orilla mojándonos los pies. Ale se emocionaba con mis gafas de sol, ya que por lo visto no se había topado con ningunas que le quedaran tan bien, y yo portaba su gorra de Fernando Alonso, a pesar de no estar interesada en el tema.

Por segunda vez, no llegamos hasta Cádiz, pero lo haremos tarde o temprano. La parte más bonita de la playa se situaba, naturalmente, en la zona apta para hacer naturismo, más conocido como nudismo. Apenas pasaban transeúntes por allí, la arena ofrecía un paisaje de ondas sobre las que a ratitos me ponía a saltar y, antes de realizar el trayecto de vuelta, nos sentamos en medio de aquel paraje en una franja de tierra cubierta de agua, la cual formaba un caudal que llevaba a otro espacio acuoso con, según me contó Ale, cangrejos, aunque no nos acercamos. Me mojé hasta la falda y tuve que llevar las llaves del coche en la mano pero se estaba a gustísimo allí entre tierra, agua y aire.

Al baño que nos dimos antes del paseo, en el que estuve a punto de ahogarme, le siguió un intento frustrado de tomar el sol tumbados sobre la toalla pero corría demasiada arena con el viento. Creo que de habernos quedado allí, en poco tiempo habríamos sido enterrados.
- ¡Oye, son las nueve, perra!
O algo así me soltó Ale al montarnos en el coche. Ups, el partido. Bueno, siempre le quedó la segunda parte, jejeje.

Por la noche salimos por primera vez los dos solos a tomar algo (siempre hemos estado acompañados en fin de semana para salir). Me gustó mucho la experiencia, por insignificante que parezca. El chupito de tequila está horrible, por cierto.


Ahora me hallo en casa. En mi porche de toda la vida, con los pollitos del nido situado en la esquina de la columna, como todos los veranos, a punto de asomar las cabezas y piar como locos cuando los padres les traigan la comida. Corre la brisa y se oye el partido España-Italia de fondo. Debo ser de las pocas personas que no lo está viendo. Me apetecía más sentarme aquí a escribir, a darle a las teclas del portátil que he mantenido en su funda durante dos semanas seguidas, el pobre.

En fin, ¡vamos, España! Primera parte 0-0, vaya aburrimiento.

miércoles, 4 de junio de 2008

Presente y Futuro

A veces un acto realizado en un determinado momento puede condicionar el resto de tu vida. ¿Por qué digo esto? Pues porque me he acordado de aquella noche, hará fácilmente una década, en la que, además de darle un beso de buenas noches a mi padre y a mi madre (que era la costumbre), se lo di a mi hermano mayor. Es curioso porque ni siquiera echaba cuenta de lo que hacía, solo pasé de mejilla a mejilla y justo después de hacerlo nos quedamos los dos en plan "ahí va, qué raro...". Mejor dicho los cinco, padres y hermanos. Desde entonces siempre nos damos un beso al saludarnos o despedirnos.
El que piense que esto se trata exclusivamente de una cursilada no me importa su opinión. Solo es un ejemplo de lo que puede suponer el más mínimo gesto para el futuro, próximo y lejano. En mi caso he recordado un bonito detalle; en otras ocasiones las consecuencias no serán tan positivas.