domingo, 22 de junio de 2008

"Hágase la luz"

Y se hizo la luz.

Acabo de borrar lo que estaba escribiendo pensando y seleccionando el vocabulario. No quiero formalismo ninguno. En este momento solo quiero decir que estoy de puta madre. Después de una serie de complicaciones, la sensación de que todo vuelve a su cauce es totalmente orgásmica, y no voy a reducir su efecto en mí armándome de frases como "estoy genial" o "de maravilla" ni mariconadas por el estilo para, al menos, este primer párrafo. Estoy jodidamente bien.


Ayer fue una tarde preciosa de playa. Solo risas, cachondeo, lo típica y aunténticamente llamado "buen rollo". Llegamos a Valdelagrana, aparqué y procedimos a recorrer la orilla mojándonos los pies. Ale se emocionaba con mis gafas de sol, ya que por lo visto no se había topado con ningunas que le quedaran tan bien, y yo portaba su gorra de Fernando Alonso, a pesar de no estar interesada en el tema.

Por segunda vez, no llegamos hasta Cádiz, pero lo haremos tarde o temprano. La parte más bonita de la playa se situaba, naturalmente, en la zona apta para hacer naturismo, más conocido como nudismo. Apenas pasaban transeúntes por allí, la arena ofrecía un paisaje de ondas sobre las que a ratitos me ponía a saltar y, antes de realizar el trayecto de vuelta, nos sentamos en medio de aquel paraje en una franja de tierra cubierta de agua, la cual formaba un caudal que llevaba a otro espacio acuoso con, según me contó Ale, cangrejos, aunque no nos acercamos. Me mojé hasta la falda y tuve que llevar las llaves del coche en la mano pero se estaba a gustísimo allí entre tierra, agua y aire.

Al baño que nos dimos antes del paseo, en el que estuve a punto de ahogarme, le siguió un intento frustrado de tomar el sol tumbados sobre la toalla pero corría demasiada arena con el viento. Creo que de habernos quedado allí, en poco tiempo habríamos sido enterrados.
- ¡Oye, son las nueve, perra!
O algo así me soltó Ale al montarnos en el coche. Ups, el partido. Bueno, siempre le quedó la segunda parte, jejeje.

Por la noche salimos por primera vez los dos solos a tomar algo (siempre hemos estado acompañados en fin de semana para salir). Me gustó mucho la experiencia, por insignificante que parezca. El chupito de tequila está horrible, por cierto.


Ahora me hallo en casa. En mi porche de toda la vida, con los pollitos del nido situado en la esquina de la columna, como todos los veranos, a punto de asomar las cabezas y piar como locos cuando los padres les traigan la comida. Corre la brisa y se oye el partido España-Italia de fondo. Debo ser de las pocas personas que no lo está viendo. Me apetecía más sentarme aquí a escribir, a darle a las teclas del portátil que he mantenido en su funda durante dos semanas seguidas, el pobre.

En fin, ¡vamos, España! Primera parte 0-0, vaya aburrimiento.

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