miércoles, 26 de noviembre de 2008

El niño con el pijama de rayas

Me lo he leído en dos o tres viajes. Final impresionante, vale la pena leerlo sólo por el impacto del último capítulo. Todo el que ha experimentado el vértigo de estas inocentes y profundas páginas me ha dicho que le ha gustado mucho el libro.
A mí no me ha gustado tanto, simplemente lo he ido leyendo, bien, entretenido, una serie de sucesos situados en una época de las más ruines de la historia pero contados a través de una voz infantil, vale, muy curioso... Hasta que llegué a las últimas diez páginas.
Página 207: me empiezo a preocupar. Intento saber lo que me sigue contando más rápido de lo que me permiten mis ojos y tengo que volver una y otra vez hasta tranquilizarme y evocar toda la situación mentalmente.
Página 210: se me encoge el corazón con una impotencia tremenda o, más clarito, me acojono.
Página 213: me quedo con la boca abierta y me pongo a mirar por la ventana del tren alucinando con el desenlace.
Termino las cuatro páginas restantes y sigo mirando al exterior, a la neblina, al campo, con la mente todavía puesta en lo trágico del asunto.

No, no os leáis estas páginas. Empezadlo y aguantad. Disfrutad... Aunque igual un montón de vosotros ya se imaginaba lo que pasaría antes de llegar. Pero yo no. Y tal y como pensé nada más cerrar el libro, que fue exactamente la frase "me quedao muerta", os lo transcribo, que me moría de ganas de contarlo.

2 comentarios:

TINTA DEL CORAZON dijo...

María, es alucinante saber que jóvenes como tú ,amen tanto el lenguaje, las letras,,,
gracias por tu recomendación

Tercera Opinión dijo...

Felicidades por tu comentario del libro y por tu otro blog, impresionante.

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www.terceraopinion.net