miércoles, 26 de noviembre de 2008

La veintena humana

Joder, no. No puede ser. Pero sí.
Tengo una línea en la frente. Una de esas que tanto me han llamado la atención en muchas otras frentes ajenas. Ouch, una arruga. A finales de mis 19 años llevo una pequeña marca oculta por el reciente flequillo. No me lo puedo creer.
Y michelines. Falta de ejercicio. Me siento hinchada. Casi tengo ganas de ponerme a correr para rebajar el feto que ni llevo dentro pero hace un frío que lo flipas y aquí se está muy calentita. Sedentarismo. El peligro de la proximidad a los 20 años.
La conciencia de que ya no se es un chaval. Las manos agrietadas, las ojeras, las responsabilidades, las preocupaciones. Los labios despellejados, la preferencia por quedarse en casa antes que salir, la melancolía, la monotonía.

Y al fondo de todo esto una pequeña luz que todavía brilla después de haber estado danzando durante la inocencia, la primera madurez, los primeros ligues, la decisión de un futuro inmediato que condicionaría mi vida durante unos años... a menos que tomara otro camino deliberadamente, claro (sí, la carrera).

Estamos a miércoles. El día ha sido lentísimo. Hoy he tenido una amplia variedad de sensaciones bastante extremas:
Me he sentido profundamente enamorada en un par de momentos, minutos en los que no le he echado de menos ni he deseado estar con él, sino minutos en los que me debatía entre la felicidad y una paz interior impresionantes, minutos en los que me embargaba la perspectiva de compartir mi vida con una persona maravillosa.
Me ha entrado un bajón acojonante después de cenar esperando al ascensor. No sé por qué, pero me ha entrado un vacío en el pecho y una sensación de aburrimiento depresivo que me ha pillado totalmente de improviso sin venir a cuento.
Me he sentido bastante perdida en una clase haciendo una práctica y me he quedado pensando que podía haberlo hecho mejor, aunque tampoco me disgustaba mi trabajo, pero me he quedado insatisfecha.
Me he impacientado muchísimo en los 10 o 15 minutos de descanso que he tenido en todo el día porque se me estaban pasando lentísimos y porque después de ellos me quedaban todavía tres horas de clase.
Me he ilusionado esta mañana con irme a hacer unas cuantas fotos por ahí con una cámara que no he tocado en mi vida, con su velocidad de obturación y su objetivo enorme. El problema es que esa me la había dejado un compañero y tenía que devolverla hoy, y al pedirla de nuevo me han dicho que las cámaras estaban reservadas hasta la semana que viene. Menuda basura.
Etc.

Total, esta entrada no tiene ninguna idea principal, supongo que me apetecía soltar lo que se me pasaba por la mente y, de paso, actualizar, que hace varios días que no escribo con la fiebre de subir votos para el concurso de Atrápalo.

Buenas noches.

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