martes, 13 de enero de 2009

Ovejas. Muchas ovejas.

Cuando dos personas te dicen a la vez "hola"... parecen iguales. Es más: cuando echas una mirada a tu alrededor ves que todas y cada una de las personas que te rodean en realidad son iguales. No hay diferencia. Pocos destacan.

¿Un lobo? Debería haber 10 lobos y 10 ovejas. O 20 lobos. Cada uno intentando encontrar la oportunidad para comerse a todos los demás.

¿Por qué no hay oveja negra? Tal vez seas tú. Tú y tu mundo, aparentemente diferente del de los demás.

No lo sé, pero en esta imagen yo no soy nadie. Ninguno de esos bichos. No soy oveja. No soy lobo. No sé quién soy. Me estoy buscando todavía, ahora y a lo largo de toda mi vida.

Acabo de ver unos capítulos de Sexo en Nueva York. Me han despistado, incluso me he reído un par de veces.
Sólo sé que quiero que llegue el viernes. Mi cumpleaños, viaje a Sevilla, y mi novio.

¿Es mi único mundo este deseo? No, pero sí mi deseo más inmediato desde hace un año y cuatro meses.
Me siento rodeada de ovejas.

No me siento mal... sólo ausente en medio de un ambiente enrarecido. No, en medio del mundo real. En medio de mis circunstancias. En medio de unos sentimientos que me abarcan entera, me desbocan, me confunden, me hacen profundamente feliz y desgraciada a la vez.

Un encontronazo con la verdad, una polvorín frente a la inmensidad.
Una paranoia que no sé ni cómo explicar ni si alguien me entenderá, ni siquiera si tiene sentido.

Una noche más. Martes 13. No creo en las supersticiones. Pero menudo día...
Ya ha pasado, por suerte.

Buenas noches.

Pd: El ángel danzaba de tejado en tejado por toda la ciudad. Desde los majestuosos rascacielos de los barrios dorados hasta las humildes chozas de madera y paja similares a portales de Belén en su sencillez.

Historia sin terminar. Ahí me quedé.

No hay comentarios: