A esto se resumen mis dos últimas semanas de curso por fin. Me siento mal, hace bastante que no escribo para lo que acostumbraba pero tampoco he encontrado tiempo. Bueno, mentira, podía haberlo buscado pero entre unas cosas y otras se va dejando, como todo.
Añado que el blog de lengua no está quedando nada mal y en verdad está interesante. Recuerdo la dirección por si hay algún interesado: descubriendoelenguaje.blogspot.com.
Me muero por ir a la playa a tirarme en la arena, bañarme y compartir un largo día con Ale.
Pero bueno, en principio me conformo con que pasen los días a su ritmo... o lo más rápidamente posible, para qué engañarnos.

Antes de ayer, de vuelta de un buen puente (el jueves era San Isidro, fiesta en Madrid), vi a un psicópata en el metro. Y si no lo era tenía toda la pinta. Se trataba de un chico bastante feo, con el pelo hasta los hombros, ojos azules de loco, mirada algo perdida y música alta. Y cuando digo alta, es ALTA. Llevaría unos mini altavoces en su mochila y se creería que a los de alrededor nos interesa su música o algo. Me tuve que levantar del banco, no aguanté ni los 7 minutos que faltaban para que llegara el metro. ¿Qué pasó? Que el tío siguió mi mismo recorrido desde aquel trasbordo de metro hasta el siguiente trasbordo y hasta el mismísimo autobús hacia Villaviciosa de Odón. ¡Manda huevos!

En fin, poco más por ahora. Este fin de semana no he tenido mucha juerga pero he ido dos veces al cine (88 minutos y Dueños de la calle). He jugado al Mario Kart de la wii, he pedido una fanta en el Café de la Prensa (Sevilla City) mientras charlábamos Ale, Lucas, Iván y yo tranquilamente por la noche (y veíamos más tarde cómo un erasmus borracho se tiraba por el puente de Triana), he tomado mis típicas pechuguitas de codorniz en una agradable cena con mis padres, he escuchado música mientras conducía y llevaba a Ale adonde quisiéramos y me he vuelto a poner triste a lo largo de la vuelta en AVE. Eso significa que he disfrutado mucho :).

Volveré.