miércoles, 6 de febrero de 2008

Autobús, cercanías, metro...

A veces me elevo,
doy mil volteretas
a veces me encierro
tras puertas abiertas
a veces te cuento
por que este silencio
y es que a veces soy tuyo
y a veces del viento.

a veces de un hilo
y a veces de un ciento
y hay veces, mi vida,
te juro que pienso:
¿por qué es tan difícil
sentir como siento?
sentir ¡como siento!
que sea difícil

a veces te miro
y a veces te dejas
me prestas tus alas,
revisas tus huellas
a veces por todo
aunque nunca me falles
a veces soy tuyo
y a veces de nadie
a veces te juro
de veras que siento,
no darte la vida entera,
darte sólo esos momentos
¿por qué es tan dificil?...
vivir solo es eso...
vivir, solo es eso...
¿por qué es tan dificil?

cuando nadie me ve
puedo ser o no ser
cuando nadie me ve
pongo el mundo del revés
cuando nadie me ve
no me limita la piel
cuando nadie me ve
puedo ser o no ser
cuando nadie me ve.

a veces me elevo,
doy mil volteretas
a veces me encierro
tras puertas abiertas
a veces te cuento
por que este silencio
y es que a veces soy
tuyo y a veces del viento

te escribo desde los
centros de mi propia existencia
donde nacen las ansias
la infinita esencia
hay cosas muy tuyas
que yo no comprendo
y hay cosas tan mías
pero es que yo no las veo
supongo que pienso
que yo no las tengo
no entiendo mi vida,
se encienden los versos
que a oscuras te puedo,
lo siento no acierto
no enciendas las luces que tengo
desnudos,
el alma y el cuerpo

cuando nadie me ve
puedo ser o no ser...

Alejandro Sanz - Cuando nadie me ve

Me encantan los unicornios. Me parecen preciosos, llenos de energía, pureza y luz. No existen, claro, pero por fantasear que no quede.

Esta tarde he visto a una chica esperando al cercanías (que me da menos confianza que el metro a la hora de esperar, la verdad). Bueno, he visto muchas pero esa me ha llamado la atención. Tenía los ojos claros, el pelo recogido en una pequeña cola de caballo, manos metidas en los bolsillos de unos pantalones anchos y una sudadera negra.
Ese estilo... Me atrae poderosamente. Ya me hace divagar en torno a una hipotética personalidad de esa chavala, no como otras panorámicas algo más estiradas que me hacen rehuir la mirada al instante, no sé muy bien por qué, con lo entretenido que resulta observar.

En el metro (de vuelta, pasando de probar de nuevo el cercanías), había una mujer delante de mí. Era sudamericana, joven y... ¿guapa? Podría, pero llevaba tal tristeza plantada en el rostro que echaba hacia atrás. Ojos miel rodeados de líneas rojas, expresión de desilusión absoluta, miradas de soslayo hacia el par de chicas que charlaban animadamente a mi lado...
Un niño iba a su lado. Se le parecía, pero le diferenciaba la mirada curiosa e inocente. Tendría unos 4 o 5 años y era muy tentador de achuchar. "¡Ya sólo queda una parada!", dijo el pequeño alzando un dedo hacia la madre... que ni se inmutó. Ni una mirada. Ni una sonrisa.
No soy partidaria de tener mimados a los hijos pero vaya guasa con la amargura, cuidado con tomarla con quien no se debe.
Igual le he pillado en un día malo, claro... Aunque esto lo añado para suavizar el tema, porque la primera impresión que me dio está clara: "vaya madre más siesa".

En el autobús de ida iban dos chicos detrás de mí hablando. Pretendía subrayar unas lecturas de Sociología pero en aquel momento entre las pocas ganas y las lentillas haciendo molesto acto de presencia me decanté por dejar el oído abierto a la vez que miraba el paisaje y volvía de vez en cuando a sumirme en mis pensamientos (y en mi móvil sin saldo, que ya podría avisarme antes de ponerme a escribir un mensaje para que luego me suelte en la pantallita un "Error" como un templo).
"Arquitectura e ingeniería. Carnet del coche. Tía buenísima estudiando psicología que iría a parar al servicio militar y detrás de la cual todos los tíos de la clase se colocan detrás a la hora de correr, para lo cual hacen una vuelta al campo de atletismo en un minuto" (supongo que habrá ejercicio físico por alguna parte, no me enteré muy bien, tampoco tengo la costumbre de activar la oreja).

Se baja el de la tía buenísima. El otro estudia "montes". Me cayó bien. No lo volveré a ver probablemente. Tampoco supone una tragedia, lógicamente. En verdad el chico quería estudiar arquitectura pero no le llegó la nota y ahora intenta aprobar alguna de sus cinco asignaturas. Pues suerte para un estudiante más en estas fechas tan críticas y depresivas (suspiro).

Antes de casi dejarme llevar por el metro a X sabe dónde, escuché el canto de (creo) un peruano que tocaba su guitarra en medio del vagón. Me salí por los pelos antes de pasarme de parada y me arrepentí de no haberle dado nada. No me duró mucho tal sensación, claro, pero en el momento la imagen me conmovió hasta lo más profundo... como si no debiera estar acostumbrada en Madrid a ver esas cosas. Pues nada, sigo encogiéndome ante esas visiones. Tampoco me parece mal porque vamos, con tanto ver las noticias buena parte de la gente se vuelve de insensible lo que no está escrito. "30 muertos más en Y". Qué novedad, ¿no?
Es un pedazo de debate el de la relación entre los miles de muertos de hambre cada día en África y el 11-S. Que si la importancia de un hecho, del otro... Pero este no es mi tema hoy. Además, es mucho más jugoso hablar de ello en persona y, a ser posible, en grupo.

Vidas y más vidas. Una detrás de otra, delante, por todos lados.
Y todavía nos creemos el centro del mundo.
No es que tenga la idea en la cabeza permanentemente, pero sigo pensando desde la primera vez que me monté en el metro que pasar unos días metida en ese medio de transporte me daría para escribir un cuaderno entero de pensamientos y sensaciones.
Y nada de mí, todo de fuera, de la calle, de la vida real.
¡Zas!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena entrada.

No existe otro sitio más inspirador que el transporte público.

toruzz dijo...

El movimiento humano frente al pensamiento.

O el pensamiento procesando el movimiento humano.

Te animo a seguir procesando cosas mundanas y que además extraigas conclusiones.

Uhm, te leeré más frecuentemente.