domingo, 27 de enero de 2008

Inocencia

"¿Confías en ti misma?
Debería estudiar pero no me apetece nada. Quizá me tome esta semana de descanso y empiece a saco la que viene.
Escribo por hacer tiempo para no coger el cuaderno de historia y para no verme obligada a levantarme en busca de Inés del alma mía.
¿Por qué la mente humana tiende a buscar razones para desechar su felicidad? Luego se arrepiente de no aprovechar los buenos momentos...
Esta noche soñé que celebraba mi cumpleaños invitando a muchísima gente, conocidos, amigos y comprometidos. Todos se divertían pero la mitad de ellos no sabía mi nombre y yo me sentía como si el día fuera de otro, no mío. No sonreía, no experimentaba emociones, me encontraba sola rodeada de un montón de gente. Amarga sensación. ¿Será una señal?
Me he visto interesada hacia la compra de alguno de esos libros que interpretan sueños pero no quiero que esas letras me condicionen, esos conceptos enrevesados y aburridos que probablemente no me respondan a nada. Prefiero divagar a mi manera o dejarlo correr.
Hay quien confía plenamente en que los sueños tienen siempre un significado y sentido hacia la vida real... Yo nunca lo he pensado mucho. Normalmente no me acuerdo y en caso de que sí, apenas influyen en mí.
Pasando al tema puteante, resulta sorprendente los cambios de estado de ánimo que se pueden sufrir. En cuanto menos te lo esperas, te atacan esos pensamientos pesimistas. Al momento, se te viene a la cabeza una pregunta tan simple como: "¿confías en ti misma?", y la respuesta te despeja de todo malestar. Menudo caos, ¿no?
Desde luego, no se puede decir que últimamente no luche por controlar los posibles bajones, porque cada vez que se asoma uno lo intento con todas mis fuerzas. No siempre lo logro...
¿Y qué hay de esos amores? ¿Esos personajes tan jodidamente lejanos y cercanos? Pasan tantas personas delante de nuestros ojos y qué pocas seguimos con la mirada. Qué escasas nos dejan una marca en el corazón. Qué poquísimas nos devuelven nuestros sentimientos.
No hace mucho que aprendí que, para lo corta que es la vida y lo fugaces que son la inmensa mayoría de las relaciones, lo mejor que se puede hacer es decir "te quiero" cuando lo sienta y por quien lo sienta, dar gracias a un amigo por existir y haberle conocido, abrazar sin vergüenza ni tener que dar motivos, regalar algo cuando apetezca sin esperar a una ocasión especial.
Se aproxima el fin de una larga etapa. Me quedo con personas contadas con los dedos de mis manos frente a las ciento y pico que he visto cada día pero ellos valen por todos. Habrían de saber quiénes son. Si dudan, peor para ellos, creo que lo dejo bastante claro. No me importa no ser correspondida, forma parte de la experiencia. Soy feliz porque me han aportado muchísimo y creo que yo también a ellos, mas esperar reconocimiento es el proyecto perfecto para pegarse el batacazo, así que evitaré decepciones amándoles en silencio."

Esto lo escribí el 23 de mayo del 2007.
Lo que me hace pensar... ¿En qué momento exactamente de mi vida empecé a preocuparme tanto? No por nada en especial, sólo me gustaría saber el periodo concreto de mi vida en que me dediqué a hacerle honores a la palabra "preocupación". ¿Por qué? Con lo bella que es la inocencia. No la inocencia inepta e ignorante... sino esa que le da vidilla a cada día por la mañana. Quizá aquella que me permite sonreír y seguir con la mirada en la calle a los niños pequeños, a los perros, al cielo, a la luna llena... La que me hacía hablar sin pensar en dobles sentidos malintencionados o retorcidos, sin reparo, sin vergüenza... La que me acompañaba cuando caminaba, observaba mi alrededor, conocía gente... La que me levantaba pensando exclusivamente en la rebanada de pan con queso filadelfia, me llevaba al gimnasio, me hacía disfrutar de la coreografía de aerobic como si fuera una profesional, me ponía a bailar en medio de mi habitación antes de meterme en la ducha, me obligaba a cantar en la misma, me acostaba satisfecha del día... La que me volvía indiferente ante los imbéciles o me enervaba pero al instante me tranquilizaba al hacer otra cosa, la que absorbía las conversaciones interesantes con la sorpresa y curiosidad que no deja lugar a la maldad de la desconfianza todavía...
Qué bonita era. ¿Por qué darla por perdida? Madurar no implica envejecer.
Darse cuenta de las cosas es el primer paso para enderezarlas.
Me siento algo vacía después de haber soltado tantas cosas... Tal vez dejando hueco para esa inocencia sepultada por estos meses de ajetreo mental absoluto, que todavía no sé cómo han podido enturbiarme tanto la cabeza, como si no tuviera bastante con la miopía natural para ver las cosas borrosas...
Para culminar esta entrada os aconsejo poner en el youtube "Yael Naim - New soul". Muy buena.
Saludos a esos lectores invisibles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! Soy Ruth
Muchas gracias por tu comentario que lo leí por triplicado! La verdad no sé que le pasa al espacio que me duplica y/o triplica los [escasos] comentarios que la gente deja. Creo que también yo debería ir considerando dejar el espacio que ya nadie mira. Aún así, trataré de resistirme a su abandono...
La entrada ya la había leido anteriormente en tu espacio, pero me sigue apasionando: "Pasan tantas personas delante de nuestros ojos y qué pocas seguimos con la mirada" ... Es tan cierto... Y probablemente por ello perdamos grandes oportunidades de conocer a buenas personas. Habrá que confiar en la decisión de aquellos que de verdad valen la pena, en el azar, o en la fortuna, para que sean ellos los que se fijen en nosotros.
Muchas gracias por dejarme la dirección de tu blog. Me pasearé por aquí encantada.
Un besazo desde galicia a la capital,
Ruth
p.d.: a lo mejor me toca a mí, este curso que empieza, estudiar también en el centro ;)

Lord Silas dijo...

De invisibles nada, hay más personas de las que crees siguiendo tu blog así que mantén el nivel para no decepcionar a tus fans...(pero sin agobiarte eh!) jajaja

Me encanta esa inocencia de la que hablas...

Te Quiero, María.
...siempre juntitos de la mano :)