martes, 8 de enero de 2008

Abismo

El agujero se ensanchaba cada vez más. Césped, árboles, ríos y mar iban cayendo en su interior. La Tierra se tragaba a sí misma, consumida tras el esfuerzo de enmendar los errores del pasado. Era inútil, los pueblos iban siendo arrojados también al abismo, haciendo el agujero aún más profundo. Lo veía acercarse desde mi ventana a gran velocidad, comiéndose todo lo que hallaba a su paso. Me metí en la cama y me tapé hasta arriba, como cuando de pequeña tenía miedo de la oscuridad, solo que esta oscuridad parecía mucho más inminente e inevitable, no sabría si tendría lugar de nuevo el día...
Sumida en mis pensamientos, observé cómo mi pared empezaba a desconcharse para ser despedazada y lanzada hacia abajo con la fuerza de un ciclón que emanaba de la superficie. El suelo de mi habitación iba siendo destruido. Las patas de mi cama empezaron a caer y lancé al viento un grito desgarrador, el último que daría antes de sucumbir a la depresión de las profundidades desconocidas e incontrolables.
Entonces me cogiste la mano. Abrí los ojos. Allí estabas conmigo. Mi casa estaba entera. Una pesadilla... ¿O una premonición?
No lo sé. Pero no quería volver a caer nunca más. Y si lo hacía, que sólo fuera un peldaño, que volviera a levantarme para ver de nuevo la luz del sol junto a ti.
No quería volver al abismo.

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