martes, 4 de noviembre de 2008

Relación belleza-utilidad

ANÁLISIS DE “DE LO ADECUADO Y BELLO”

(Trabajo para Diseño Gráfico)

Este artículo fue escrito por Yves Zimmermann (diseñador gráfico mundialmente reconocido) el uno de julio de 2005.

En él se expone un diálogo, escrito por Platón, entre los filósofos Sócrates y Hipias en la que debaten sobre la relación utilidad-belleza de los objetos. Sócrates le hace creer a Hipias que sus preguntas se las hizo un hombre cuando, en realidad, él mismo quiere saber las respuestas de su compañero, quien contesta de forma confusa y sin pensar demasiado. A pesar de la complejidad de la conversación, no se llega a ninguna conclusión sobre qué es lo bello. Un párrafo importante es el siguiente:

Con todo, es Hipias y no Sócrates quien, en algunas de sus respuestas a la pregunta ¿qué es lo bello?, menciona unos conceptos que adquieren gran interés si se piensan desde la perspectiva del diseño, o sea, cuando plantean esta pregunta en relación a objetos concretos, como una olla o una cuchara. Objetos simples y de uso cotidiano, que hoy configuraría seguramente un diseñador, y que no merecerían especial atención si no fuera por el modo en que los dos dialogantes analizan esta cuestión.

¿Qué quiere decir esto? Pues que cada material necesita un elaborado proceso de diseño. Sócrates pone en duda constantemente a Hipias sobre qué es lo bello, ya que en un principio este solo pensaba en oro y plata como sinónimo de belleza.

Una explicación más detallada aparece un par de conversaciones después:

No deja de sorprender que Sócrates, que insiste en preguntar qué “es” lo bello, de pronto pregunte “¿… cuando son adecuadas hacen que las cosas “aparezcan” bellas y cuando no, feas…?”. Parecería que cuando una cosa “es” bella, lo es en su ser completo, lo es intrínsecamente, mientras que si “aparece” bella, no lo es necesariamente en su ser completo, sino solo en su apariencia. En el contexto del debate, se podría decir que la cuchara de oro “parece” bella, mientras que la de madera de higuera “es” bella por ser adecuada, cosa que la de oro no es.

He aquí el núcleo de la cuestión. La utilidad de un objeto equivale a su belleza. Un producto bañado en oro o plata que no sirve para nada no lleva en sí la auténtica belleza del diseño, solo aparenta ser bello, mientras que materiales prácticos como la madera o los metales pueden no brillar y a la vez permitir llevar a cabo una acción eficaz.

A mitad del artículo se lanza una hipótesis que bien podría tratarse de una conclusión muy acertada:

Un objeto sería bello si, por un lado, se manifestara en él algún tipo de “belleza” de la inteligencia y, por otro, si el uso al que ha de servir fuera perfecta y claramente expresado en su seña, y que los materiales con los que estuviera hecho fueran adecuados para su uso y, además, reforzaran o subrayaran el enunciado esencial de la seña del objeto.

Su “seña” constituye la identidad del producto, que debe dar a entender por sí mismo la utilidad que tiene. Así, se determina que cada objeto lleva incorporadas sus funciones y ha de pasar por las siguientes fases para su reconocimiento:

  1. Para qué ha nacido
  2. Para qué ha sido hecho
  3. Para qué está determinado
  4. En qué es adecuado
  5. Con respecto a qué es adecuado
  6. Cuándo es adecuado

Las respuestas a estas cuestiones constituyen los aspectos básicos para diseñar un objeto. Más concretamente se pregunta, respectivamente por:

  1. Su razón de ser.
  2. Su finalidad.
  3. Su función.
  4. Su forma y sus materiales.
  5. Su uso.
  6. Su utilidad.

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