sábado, 16 de agosto de 2008

Si algo hay que aprender en esta vida es simplemente a tomarse las cosas con calma y cada una a su tiempo. Nada de temores estúpidos hacia el futuro ni inseguridades. Tranquilidad. Gracias.

Ayer hablamos en familia sobre la sensación relajante que produce ver el azul del mar... cuando mi hermano dijo que se sentía mejor contemplando el verde.

A mí, personalmente, más que mirar un color u otro, me despeja bastante mirar el cielo estrellado de noche y escuchar las olas. Puntos blancos luminosos sobre un negro infinito. Y si se ven estrellas fugaces, más bonito todavía.

Me siento obligada a hacer mención de la lluvia de estrellas que disfrutamos hace unos cuatro días. Una noche magnífica. Había que estar pendiente, pues pasaban de vez en cuando y desde puntos y en direcciones inesperados. Básicamente fue una agradable reunión de amigos. Rememoración de una vieja amistad algo perdida y rato precioso tirada en la arena en compañía de mi ángel particular. Una de esas sencillas situaciones que le dan color al verano. Y a la vida.

2 comentarios:

Lord Silas dijo...

"Rememoración de una vieja amistad y algo perdida" ¿Ein?

Una noche preciosa.

Te Quiero, Bubues

toruzz dijo...

Yo soy más como tu hermano, me quedo con el verde.

Un verde columpiado por el viento, perfectamente integrado en el estático entorno. Un bosque marrón, tú tirado en el suelo, y la copa de los árboles tapando casi todos los rayos del sol.
Y tú quieto mirando el verde moverse.

El mejor de los escenarios.