martes, 19 de febrero de 2008

Domingo a las 12:00 del mediodía

Las calles se hallan medianamente concurridas. El borracho de turno recorre la calle Larga con sus ojos azules inyectados en sangre y siguiendo con la mirada a todo el que se cruzaba con él. Los ancianos pasan por su lado tranquilos, están acostumbrados a su presencia; en cambio, los jóvenes vigilan sus espaldas inseguros.
De repente, el hombre enfoca sus pupilas hacia tres chicas que caminaban observando los escaparates y comentando los modelitos y novedades de la semana.
- ¡Puta! - grita el borracho y se pone a perseguirlas con pasos vacilantes pero rápidos. Las chicas se ríen nerviosamente y comienzan a caminar a mayor velocidad, pero aquella voz ebria continuaba acompañándolas y atosigándolas a lo largo de la calle comercial, ya más vacía a medida que se acercaba el mediodía.
Acabaron por echar a correr y allí quedó el borracho, de pie en la calle de siempre y solo como nunca.

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